viernes, 26 de agosto de 2016

Manatíes y Playa de Laguna Quistococha


Centro de rescate de Manatíes




Después de comer unos buenos platos de comida peruana nos dirigimos al  CREA (centro de rescate de especies amazónicas), cuyo objetivo sin ánimo de lucro es rescatar, rehabilitar y liberar al Manatí amazónico (Trichechus Inunguis). 
El manatí es la única especie de agua dulce de las cuatro que existen en el mundo. 
L intensa  caza ilegal y la continua pérdida de su hábitat, amenazan con extinguirlo. 
 El CREA, se dedica a criar a los  manatíes huérfanos;  también realizan un programas de educación y concienciación ambiental en  pueblos y comunidades de la amazonia. 
El centro de crianza de manatíes tenía una extensión bastante amplia por lo que nada más llegar hay que recorrer unas zonas ajardinadas o mejor dicho asilvestradas.
Me costo llegar al centro de rescate propiamente dicho. Ya que en primer lugar me encontré con una enorme iguana tomando el sol. Luego disfruté colgándome de enormes lianas de gigantescos ficus amazónicos y observando los monos que saltaban en las copas de los árboles.
Y por si esto fuera poco increíbles saltamontes  y mariposas de increibles colores revoloteaban por allí. Así que antes de llegar al criadero me entretuve disparando fotos y persiguiendo diminutos seres.


























































Por fin llegué al criadero. Sentí una emoción muy grande al poder acariciar a estos mamíferos entrañables, suaves y cariñosos acudían a mi llamada y comian de mis manos vegetales troceados, una especie de cogollos.
fue maravilloso visitarlos y to,amr conciencie de la gran perdida que puede ser la desaparición una especie más.
A la salida más larartijas, libélulas y mariposas me esperaban. 






Playa de Laguna Quistococha













Después de la visita a los manatíes me dirigía ver la hermosa playa de la laguna de Quistococha. Es un lugar que cuenta con un pequeño zoológico que vi de pasada. hace años que estas cárceles de animales no me hacen mucha gracia.
De echo los animales que más me llamaron la atención fueron una pitón amaestrada que se podía uno colocar en los hombro como si nada, y unas hormigas bestiales que transportaban enormes trozos de hojas a velocidades supersónicas. a estas preste especial atención con mi cámara y vídeo.


Después vino la gran recompensa de bañarme en aquellas tranquilas y refrescantes aguas con una playa de arena fina y blanca. Nada que envidiar al caribe sino fuera por que lo de aguas transparentes no existe aquí. ya que el Amazonas, afluentes y lagunas llevan gran sedimento flotando. Aun así una delicia nadar con toda aquella vegetación selvática rodeándote.
Los lugareños se bañaban y disfrutaban mucho, sobre todos los niños.Incluso había barcas a pedales. De los hijos del dueño de un restaurante me hice amigo, un niño y niña muy simpáticos.
Después de unos cuantos baños y un par de cervezas cusqueñas partí hacia el San Pedro lodge. Con la suerte de ver un par de delfines en pleno camino, pero todo hay que decirlo, a cierta distancia que no permitía verlos muy bien.








Hablando con Luciérnagas

Y como todavía me quedaba tiempo para la cena me sumergí otra vez en la población de San Pedro. Otra vez los partidos de voley de niños y grandes, los de fútbol, la gente en sus porches viendo la vida pasar tranquilamente, otros construyendo paipáis de hoja de palmera.
Estuve cenando en el San Pedro lodge después de una buena ducha. Allí había un grupo de jóvenes estadounidenses y un par de belgas que al día siguiente se irían a internar a la selva todavía más,  en concreto en la Reserva Nacional Pacaya Samiria en el Departamento de Loreto. Desgraciadamente a mi sólo me quedaba un día en el Amazonas y esta excursión era de tres días como mínimo.
Es lo que tiene hacer un viaje como este que bastante completo era ya de por sí, pero que siempre se puede hacer más completo si uno tuviera más tiempo. Pero no me quejaré ya que lo que vi y sentí  y disfruté en el Amazonas fue muchísimo. Y gracias a que estuve sólo cuatro días pude hacer más completo el resto de mi viaje. Un viaje que me depararía increíbles momentos.

Esa noche al terminar de cenar estuve tirando alguna foto nocturna. Después de unos  disparos conseguí plasmar unas cuantas  luciérnagas en pleno alumbrado. Pero también descubrí sorprendido como las luciérnagas respondían a mi linterna, que con el reflejo del río doblaban su luminiscencia. Cada vez que la encendía en la orilla de la pequeña laguna del San Pedro Lodge, en la orilla de en frente a unos 40 metros, se iluminaba una luciérnaga. Pensé que era casualidad, pero después de muchísimos encendidos comprobé que sólo se encendían a mi encendido de linterna. Algo maravilloso.



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