jueves, 5 de enero de 2017

Caucho Pampa-Ocros-Chincheros 90 Km




 Partí al día siguiente desde Caucho Pampa. Me despedí de algunos lugareños que miraban extasiados mi cabalgadura.
Con bastante frió a primera hora remonté los 12 Km que me quedaban de puerto. La pista de arena enseguida llegaba a los 4000 metros (4050 la máxima) y se mantenía llaneando sobre esta altura bastante tiempo. Al final del puerto las vistas que se me ofrecían eran de paisajes de ensueño, con cientos de kilómetros de horizonte. Mientras llaneaba por la cima, me encontré con varios escolares yendo al colegio y a algún lugareño en bici.

 Empecé a bajar pòr una pista de tierra interminable kilómetros y Kilómetros de bajada a placer. En algunos tramos de la bajada, los obreros arreglaban la pista por trechos concretos. De vez en cuando paraba a contemplar las extensas y maravillosas vistas y a tomar fotos. Tuve que abrigarme con mi segundo maillot de invierno, además llevaba mi mejor culote largo, ya que bajando desde 4000 m y cogiendo velocidad era fácil perder calor. El invierno de Perú y Bolivia era soleado y sin lluvias, pero a cambio las primeras y últimas horas del día eran frías. Tenía a esas horas un hambre atroz, así que me comí una barrita energéticas de cereales y tome un trago a una especie de fanta azucarada de dos litros que llevaba encima. Sabía por mi experiencia que en circunstancias excepcionales de hidratación, lo más importante era que entrara bien la bebida. A veces uno tiene sed pero el agua fría el cuerpo no la tolera. Simplemente con que tenga algo de azúcar es más fácil de asimilar e ingerir ( algo crucial en grandes recorridos) por lo que terminas bebiendo más, sin importar los azucares de más cuando uno quema 5000 calorías al día.


















































Después de una bajada de 21 km y de un total desde Caucho Pampa (3169m) de 33 km, llegué a Ocros (3169m). pasando antes por el puerto de 4050 m. Desde esos 3169 m de Ocros todavía tendría que bajar hasta los 1988 del río Pampas. En total una bajada de 2062 m y 48 km de trocha o pista de tierra. Allí llaman pista al asfalto y trocha a la pista de tierra. Luego me quedaría una subida de 24 km hasta Chincheros (2850 m de altura) .
Después de la paliza del día anterior, en una subida eterna, llegaba una bajada casi casi eterna también. Pero en Ocros ya tenía un hambre descomunal. En este pueblo apacible paré a "repostar". En la Plaza de Armas había alguna tienda de comida y comestibles. Aunque lo que más me apetecía era comer los pequeños panecillos caseros que había comprado en Caucho Pampa a una granjera, eran de leña y recién hechos. Así que en la plaza de Armas de Ócros me dispuse a beber y comer panecillos (hidratos a lo bestia). Entre bocado y bocado tiraba fotos de casi todo.

Empece tirando fotos a unas vendedoras de helado casero, tenían el helado en una caja de madera forrada de chapa por dentro. Helados cremito decía su letrero exterior. La vendedora vestía en típico traje andino de esa zona, con un sombrero que aquí podríamos decir que era de tipo cordobés, pero con ala mas corta. Estaba acompañada por otras vendedoras, una de ellas vendía limones y la otra acompañaba en la charla. Vestían de falda ancha colorida y un a especie de pololos o leotardos debajo. Por arriba una chaquetilla de lana de llama o alpaca seguramente. Una sombrilla les protegía del sol. No fue difícil tomarles la primera foto, pero no estaban por la labor de posar. Pero mi hambre y sed descomunal una vez entrado en calor me facilitaron las cosas. Me comí cuatro helados de sabor combinado, fresa y limón. Después de esa demostración de amigo del gremio heladero, la mujer posó para mi definitivamente.

Hice también alguna foto de niños por la Plaza de Armas, algunos con mochila escolar y otros jugando. Tomé también otras fotos de lugareñas con la compra llevada en el poncho a rallas echado a la espalda. Un poco más tarde hable con una abuelita que tomaba el sol cual lagarto en una esquina de la plaza.
La verdad es que la Plaza de Armas de Ocros era muy luminosa y casi todas las casas estaban lucidas en azul celeste.




























 Después de un buen descanso en Ocros, continué mi descenso camino de río Pampas. Antes pasé por la población de Chumbes y Ninabamba.
En Chumbes paré a comprar una cuantas bolsas de palomitas de las que venden por aquí. Una especie de maíz hinchado y agigantado ya ablandado como una palomita pero con la forma del maíz todavía en estado gigante. No se como lo hacen pero consiguen hacer palomitas sin que estalle el maíz, y con ligero y agradable sabor dulce. Para mi era una fuente de carbohidratos bestial, siendo además muy nutritivas y ricas.
Desde Chumbes las vistas son impresionantes ya que una de las partes del pueblo está en una especie de barranco con vistas increíbles. Seguí bajando y bajando, atravesé riachuelos que atravesaban la pista de tierra.
Pasé junto a Ninabamba y por fin llegué al puente de hierro forjado sobre rió Pampas. Me entretuve mas de la cuenta haciendo fotos sobre el cauce del rió donde entre entre otras cosas me cosieron los mosquitos mientras hacia fotos. Luego seguí mi camino hasta Chincheros. Compre unas manzanas frescas en unas casas al otro lado del río y cogí la carretera de asfalto que en principio bordeaba el rió Pampa por su izquierda pàra luego también girar bruscamente a la izquierda. En mi GPS tenia previsto un trazado de pista de tierra que bordeaba el río blanco Apurímac , pero dado que se me iba a hacer de noche opte por la ruta más rápida. Después de todo me quedaban 23 km que se me hicieron eternos, ya que iban subiendo progresivamente desde el rió Pampas (1988m) hasta llegar a Chincheros (2850m).

 Llegué de noche y cansado. El trayecto final a Chincheros se hizo penoso y nocturno, de esas veces en que pasa el tiempo y apenas avanzas un km. Me resigné y me puse en modo continuo pasara lo que pasase.

Al llegar a Chincheros me quedé en un hostal donde acomodarme y poder ducharme decentemente. Mas adelante descubrí que donde mejor dormía era en mi tienda de campaña, montándola sobre las 4 de la tarde ya que a las 6:30 de la tarde empezaba anochecer. Montaba la tienda provisto de comida y apreciando el paisaje, ya que buscaba un sitio discreto y bonito a la vez. Pero esto tardé en descubrirlo unos días. Hubo un momento durante el viaje en que me hice más parte del paisaje, mas viajero, y donde dormir bajo las estrellas era lo mejor. Salí a cenar en condiciones por Chincheros y después caí rendido en la cama, apenas me dio tiempo a pensar en mi próximo destino: Andahuaylas.


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