viernes, 27 de enero de 2017

Chincheros-Andahuaylas + 15 Km = 103 Km




A primera hora de la mañana y con las primeras luces del día, salí de Chincheros (2850 m) . 15 Kilómetros después atravesé Uripa (3200). Desde Uripa se pasa de los 3200 m a 4309 m en 25 km, con la culminación del puerto. En realidad desde el río Pampas del día anterior que está a 1975m de altura, no terminas de subir hasta superar ese puerto de 4309 metros.

Este día fue bastante fructífero, ya que me entretuve poco haciendo fotografías. Apenas paré algún momento a comer algo de fruta y panecillos que llevaba.
 Respecto la comida comentaré que tenía que intentar comer a todas horas. Resulta que tenía un problema grave de adaptación a la ingesta calórica. Necesitaba unas 5000 calorías al día y mi cuerpo apenas me pedía la mitad. Desde mis tiempos de maratoniano, cuando tenía que comer grandes cantidades de hidratos para reponer la gran cantidad de calorías perdidas por el gran volumen de trabajo, no había necesitado comer tanto. De hecho la práctica de mi ejercicio diario era un trayecto de 12,5 km para ir al trabajo y otros tantos de vuelta en bicicleta, más algo de carrera continua el fin de semana. En realidad deporte salud sin excesos ni lesiones. Por lo tanto mi ingesta tampoco era muy grande en mi vida ordinaria. De hecho me he acostumbrado a comer relativamente poco. Pero ahora me veía obligado a comer como una bestia si no quería consumirme. Como grandes comidas no me entraban a pesar de tener bastante hambre, empece a comer a cualquier hora del día. Siempre había un momento para comer fruta, pan. o parar en un puesto de carretera o pueblo a comer mas formalmente. En realidad hacía las dos cosas.



Pronto descubrí que en casi cualquier parte que vendieran pan, podrían prepararme dos o tres huevos fritos que encima eran de granja. El pan y los huevos no pasaba del euro muchas veces en soles peruanos Otras veces paraba en una especie de restaurante de carretera al lado del río que me tocare atravesar. Allí me hacían un trucha de río fresquista con arroz. Otra vez a un precio muy económico. Lo de precio económico no siempre no fue así, ya que en las grandes poblaciones como Lima, Cuzco o Puno, los precios suben muchísimo. Bueno, el resultado es que a base de comer a todas horas conseguí llegar a una ingesta calórica muy generosa. Lo que no impidió que adelgazara bastante, a pesar de ser bastante delgado de antemano. Esto se debía entre otras cosas a que mi adaptación a los caminos y carreteras y distancias enormes fue más rápida que mi ingesta calórica. Pronto vería que era capaz de estar todo el día pedaleando. En realidad no tenía nada mas que hacer. De sol a sol que eran unas 12 horas aquí en el Perú. Podía hacer fácilmente 60 Km de una tacada, descansar , comer y hacer fotos, hablar con los lugareños, seguir otros 40 Km, volver a comer... otros 20 más. Tenía todo el día para mi y mi cabalgadura, a ritmo lento, ritmo de caballo, como Pizarro. No se me escapaba nada y era maravilloso sentir el aire y el sol de los Andes en la cara, en el alma.


















Después del pasar Uripa y según iba ascendiendo el puerto, paré un momento a fotografiar los bellos y rojisimos cultivos de quinoa, cereal que esta muy de moda en Europa y otras partes del mundo por su capacidad nutritiva. Destacaba su rojo color entre el verde inmenso de las montañas de los Andes. 

88 Km después de salir de Chincheros llegue a Andahuaylas donde pensaba dormir, pero me pareció una población muy ruidosa y todavía quedaban algunas horas de luz. Así que me atreví con algunos Km más de subida. No muchos más, sólo 15. lo suficiente para alejarme del bullicio y plantar la tienda en algún lugar agradable. Había comprado comida y bebida en aldahuaylas y cenaría tranquilamente en mi tienda.

Justo a 15 km del puerto empieza un llano de unos 4km para luego seguir subiendo. En ese llano decidí quedarme. Todavía con mucha luz, ya que eran las 4:30 de la tarde, tenía dos horas de sol por delante para montar la tienda y cenar. Allí en la planicie me encontré con algunos ganaderos y ganaderas. Los primeros me enseñaron las patatas pequeñas que tenían secándose al sol. El Chuño o Chuno como lo las llaman aquí.



El chuño es uno de los elementos centrales de la alimentación indígena y, en general, de la gastronomía de la región altiplánica de América del Sur, particularmente de Bolivia y del Perú, En realidad se somete a la patata a diferentes periodos de exposición al sol y heladas, al final la patata termina perdiendo su agua. Para la chuñificación se extienden en suelo plano, cubierto de pajas, dejándose congelar por la helada, durante tres noches aproximadamente. Luego se retiran del lugar donde se congelaron, se dejan al sol y se procede a pisarlos para eliminar la poca agua que aún conservan los tubérculos ya congelados. Después de este proceso se vuelven a hacer congelar una vez más. Resulta que la patata así tratada puede ser conservada incluso por años.
 Hay dos variantes, el Chuño» o «chuño negro» y la «Tunta», «Moraya» o «chuño blanco».
En realidad de las patatas de Perú y Bolivia podría hablar horas. Allí tienen una gran variedad en tamaños, formas sabores y colores. Amarillas, alargadas como pepinos, rojas y gordas, naranjas. En realidad son casi infinitas.


 Después de ver los diferentes chuños entendidos por el suelo, me entretuve hablando algo con algunas ganaderas que llevaban un rebaño de ovejas, vacas y algunos cerdos. Algunos perros pastoreaban a todo este ganado con gran soltura.

 Al final me quede a dormir en un pequeño pajar donde almacenaban patatas. Con mi aislante y mi supersaco dormiría calentito y cómodo. Llevaba mi saco de plumas del Kilimanjaro con capacidad de hasta 22 bajo cero, y aquí raramente bajaba de menos cinco por la noche. Después de tanto pedaleo no me costaba conciliar el sueño. Siempre cerraba los ojos pensando en mi próximo destino: Abancay

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